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La creación de Dios

Los cielos cuentan la gloria de Dios; la expansión proclama la obra de sus manos.

Salmo 19:1

Un viernes por la noche, en un vibrante evento juvenil en Irlanda, me encontré con Steven, un joven científico cuya pasión por la gestión ambiental irradiaba tanto entusiasmo como un concierto de éxitos musicales. Mientras compartíamos historias, su mirada se iluminó al describir las colinas esmeraldas y los cielos dramáticos de su tierra natal, revelándome cómo la belleza de Irlanda le mostraba la grandeza de Dios.

«Del SEÑOR es la tierra», recita el Salmo 24:1, una verdad que Steven vive con cada aliento. Como mayordomos de este regalo divino, entendemos que cada acción nuestra pinta un trazo en el lienzo de la creación. Y Steven, con sus manos en la tierra y su corazón en el cielo, se dedica a proteger y embellecer este arte de Dios.

«Los cielos cuentan la gloria de Dios», canta el Salmo 19:1, y en cada amanecer, en cada gota de rocío, Steven ve una nota de la sinfonía divina. Su asombro ante la naturaleza es contagioso: me hace querer saltar, correr y sumergirme en esa maravilla que es nuestro hogar.

Génesis 2:15 nos llama a cuidar nuestro jardín, y Steven lo hace con la delicadeza de quien ajusta las cuerdas de una guitarra antes de un concierto. «Sostenibilidad» no es solo una palabra de moda para él; es una forma de vida, una demostración de gratitud por los recursos que compartimos, y a veces no valoramos. Él sabe que cada recurso es una semilla de posibilidad, y nos invita a sembrarlas con esperanza y generosidad.

La vida de Steven es un festival en honor a la creación de Dios. Él celebra cada árbol y cada río; y nos muestra que ser jóvenes y científicos es también ser poetas y guardianes de la belleza divina. Para Steven, honrar al Creador es sumergirse en la ciencia con la misma pasión con que uno se sumerge en su música favorita.

Oración: Padre celestial, gracias por el ritmo de las olas, por el susurro de los bosques y por la paleta de colores con la que pintas cada amanecer.