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Un buen baño

Pero Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra.

2 Reyes 5: 10

¿Alguna vez has deseado vivir en otra época? Si es así, te invito a que lo pienses, de nuevo. Muchas de las comodidades y beneficios que disfrutamos en la actualidad son muy recientes. Además, en cuanto a los hábitos de salud, los tiempos pasados no eran tan idílicos como a veces se retratan en Hollywood. Por ejemplo, en 1800, la esperanza de vida promedio era de 32 años; en 1850, era de 41 años; en 1900, llegaba a los 50 años y en 1950, alcanzaba los 67 años. Hoy en día, la esperanza de vida promedio en los Estados Unidos ronda los 76 años.

El aumento en la esperanza promedio de vida no solo se debe al avance de la medicina y la tecnología, sino a la práctica de mejores hábitos de higiene. Para muestra, tomemos como ejemplo algo tan sencillo como bañarse. El historiador George R. Knight nos dice que durante el siglo XIX, «la mayoría casi nunca se bañaba, y algunas autoridades decían que los estadounidenses promedio de la década de 1830 nunca se bañaron en toda su vida.

Hasta en 1855, inclusive, la ciudad de Nueva York tenía solo 1,361 bañeras para sus 629,904 habitantes. Y en 1882, solo aproximadamente el dos por ciento de los hogares de Nueva York tenía conexiones de agua».* Ahora imagina lo radical que habría sonado el siguiente consejo que Elena G. de White escribió en 1872: «Las personas sanas […] deberían bañarse tan a menudo como dos veces por semana».

La práctica de bañarse con frecuencia no solo fomenta la higiene, sino que también disminuye los sentimientos negativos, los dolores y la tensión, aumenta el flujo sanguíneo, reduce la fatiga y el estrés, ¡e incluso puede facilitar la generación de buenas ideas o la búsqueda de soluciones a problemas! No sorprende entonces que en el Antiguo Testamento se mencione repetidamente la orden de Dios de que las personas se lavaran a sí mismas y sus ropas (ver Éxodo 29: 4; 30: 19; Levítico 11 y 13-15). Para Dios, no solo es importante nuestra salvación espiritual, sino también nuestra salud física. Por lo tanto, no olvides hoy buscar al Señor y darte un buen baño.