Me buscaréis, pero no me hallaréis, y a donde yo estaré, vosotros no podréis ir.
Juan 7: 34
Cuando descubrí la primera parte del texto de hoy, vino a mi mente la cita muy conocida en el mundo religioso registrada en Jeremías 29: 13: «Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón». Después, en la conclusión del texto, me fue inevitable pensar en Juan 14: 3: «Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis».
Al instante resaltó la pregunta ¿sí o no? ¿Se contradicen las Sagradas Escrituras? Entonces la misma Escritura respondió mi pregunta en la parte final de la cita de Jeremías. Hay indiscutiblemente un grupo para el cual Dios no estará disponible cuando lo busquen y así mismo no podrán ir a donde él está.
Existe una condición incuestionable para encontrar a Jesús y tiene una estrecha relación con la toma de decisiones. Los que deciden buscarlo por motivos egoístas, vanagloriosos y superficiales, sencillamente no lo encuentran. Por otro lado, los que deciden buscarlo de corazón, es decir, una búsqueda inspirada en la razón y en la apremiante necesidad de un Salvador, ellos lo encuentran. ¿Te has detenido a pensar si estás en este camino por los motivos correctos? Hoy es un buen día para analizar nuestras acciones.
«A donde voy, ustedes no podrán ir», les dijo Jesús a los fariseos. Y en contraste, les dice a los discípulos: «para que donde yo esté, ustedes también estén». Con esto surge otra pregunta: ¿elige Dios a sus favoritos y decide quién sí y quién no? Definitivamente no es así. Sino que somos nosotros mismos que con nuestras acciones nos ponemos de un lado favorable o del otro. Los escribas y fariseos cerraron toda oportunidad de encontrar a Jesús, aunque lo tuvieron frente a sus ojos.
Querida amiga, la buena noticia es que hoy tú y yo todavía podemos asirnos de la promesa dada en Jeremías. Si al evaluar tus motivos de la búsqueda de Dios encuentras que alguno está errado, abre tu corazón al Señor y dile que quieres su presencia por los motivos correctos. Las razones que nos motiven a buscarlo hoy, serán las que determinen si veremos su rostro para vida o para muerte en el juicio final. Busquémoslo de corazón.