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Descansen un poco

Él les dijo: -Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco. (Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun, tenían tiempo para comer).

Marcos 6: 31

Cierto día, Elena recibió la invitación de pasar un día de descanso en la playa y dar un paseo en barco de vela por la bahía de San Francisco. Ella gustosa aceptó y más tarde escribió que fue algo grandioso. Disfrutó ver las grandes olas y el puente Golden Gate.

A pesar de sus múltiples actividades, Elena G. de White disfrutaba tomar períodos de descanso y recreación, ya sea en la montaña, en algún lago o en el mar. Si bien trabajar dignifica la vida de los humanos, hacerlo en exceso y sin tomar descanso produce enfermedades. En la actualidad, el descanso tiene fundamento tanto científico como bíblico.

Cierto día, Jesús vio tan cansados a sus discípulos que también los invitó a dar un paseo en barco para ir a un lugar solitario. El mismo que creó la maravillosa máquina llamada cuerpo humano, sabe cuán importante y necesario es el descanso y lo ofreció para beneficio de sus discípulos. Sobrecargarnos de trabajo trae como consecuencia rendir menos en las labores que estemos desempeñando. La vida se vuelve tediosa, la mente se vuelve débil, el humor se torna áspero y las relaciones interpersonales acaban por romperse. Cualquiera que sea el trabajo que desempeñes, amerita un concienzudo descanso y esto incluye dormir las horas suficientes durante la noche.

Así como la noche sirve para descansar de la rutina de un día, el sábado nos fue dado para descansar de la rutina de la vida. Puedo imaginar a Jesús haciéndonos la invitación que le hiciera a los discípulos: «Vengan conmigo a un lugar apartado y descansen», que bien podría traducirse, «Vengan conmigo ustedes solos el sábado y descansen». ¡Qué invitación tan maravillosa!

Mientras descansamos, nuestro cuerpo regenera células y produce hormonas para nuestro beneficio. Mientras descansamos el sábado en los brazos de Jesús, en nuestra vida se regenera la esperanza, el amor y la fe y produce en nosotros la espiritualidad necesaria para nuestro crecimiento en la vida cristiana.

Querida amiga, Jesús no estaba cansado cuando hizo el sábado para descansar ni cuando ofreció un descanso los discípulos, pero en su inmensa sabiduría ha provisto el regalo del descanso para nuestros cuerpos y, como tal regalo, habremos de valorarlo y respetarlo.