La mujer virtuosa es corona de su marido, pero la mala es como carcoma en sus huesos.
Proverbios 12: 4
La corona fue un símbolo de la realeza y de uso exclusivo del rey y la reina. Significaba en su cabeza la autoridad que representaba ante un pueblo y su compromiso hacia el mismo para gobernarlo de la mejor manera.
Estaban diseñadas en metales preciosos, siendo el oro el más común, con piedras preciosas incrustadas u otros materiales que la embellecieran. Es importante mencionar, que quien escribe el verso de hoy es precisamente un rey sobre cuya cabeza descansaba una fina y elegante corona. Eso nos deja evidencia de que él tenía muy claro lo que quería que como mujeres comprendiéramos.
Por otra parte, la carcoma es un tipo de insecto que en colonias roen la madera perforando caminos dentro de ella, haciéndola inservible para alguna obra. Con nuestras acciones podemos ser una de las dos cosas. Dios ha puesto en cada mujer la virtud de hacer de un hombre un rey al convertirse en su corona. Esto lo podemos afirmar: «Haré una ayuda idónea para él» (Génesis 2: 8). Es decir, crearía un ser que con las cualidades que pondría en ella le ayudaría a alcanzar una mayor plenitud en todas las actividades que este realizara.
Los animales le proporcionaban alegrías y risas, los árboles alimento, la naturaleza toda le daría trabajo, pero ningún ser ya creado podía darle al hombre la capacidad de ser mejor en todos los sentidos. Por eso Dios crea a la mujer y le transfiere la virtud de ser la corona de su esposo. Sin embargo, también podemos ser lo contrario del plan divino y hacer la función de una carcoma en sus huesos, que no tardarán en romperse.
El contraste entre noble corona y malvada carcoma es abismal. El significado es obvio: O lo exaltas o lo acabas. Lo edificas o lo quiebras. Y esta virtud bien podemos aplicarla hoy a todos los que nos rodean. Piensa, ¿tus palabras hacia los demás les hacen ser mejores o les destruyen sus emociones? ¿Les dan estabilidad emocional o les bajan su autoestima? ¿Eres lo que cura o eres lo que enferma?
Querida amiga, roguemos al Padre amoroso que nos creó que nos ayude a desarrollar la virtud de ser coronas, no solo de nuestros esposos, sino de los hijos, los padres, los amigos y de todo aquel que esté cerca de nosotras.