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Más vale tarde que nunca

Pero por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y este se levantó, y fue a decirle a Elí: «Aquí me tiene usted; ¿para qué me quería?». Elí comprendió entonces que era el Señor quien llamaba al joven.

1 Samuel 3: 8

Hace unos años, Marlon Moodie, uno de mis compañeros de trabajo que sabe pilotear aviones, me contó que estaba al mando de una aeronave durante el proceso de certificación para obtener la licencia de piloto.

En aquella ocasión divisó una tormenta en el cielo que sabía que no debía atravesar. No obstante, oró para pedirle a Dios «una señal» que le indicara lo que debía hacer. Justo al finalizar la oración, un relámpago centelló frente a su avión y supo de inmediato que no debía continuar, así que regresó al aeropuerto.

A veces Dios tiene que recurrir a mecanismos no tan sutiles para hacernos entender que nos está llamando. Uno de esos casos lo encontramos en la historia del llamamiento de Samuel. Aunque en esa oportunidad Dios no tuvo que recurrir a los relámpagos, la Biblia sí relata que el Señor tuvo que llamar tres veces al niño Samuel antes de que Elí se diera cuenta de lo que estaba pasando y le dijera al jovencito cómo debía contestar.

El segundo capítulo de 1 Samuel señala que en el pasado Dios había reprendido al anciano sacerdote por su negligencia espiritual. Eso me lleva a preguntarme: ¿Será que Elí se encontraba tan alejado del Señor que no se dio cuenta de que era Dios quien estaba llamando a Samuel?

La insistencia de Dios con Samuel fue, al mismo tiempo, una reprensión para Elí. De hecho, el mensaje que Dios le dio a Samuel aquella noche fue un mensaje contra Elí.

A menudo nos toma tiempo comprender que Dios nos está llamando y que tiene un propósito para nuestra vida. A veces Dios tiene que recurrir a métodos extremos desde nuestra perspectiva para llamar nuestra atención o, como en el caso de Samuel, insistir y continuar llamando hasta que decidamos contestarle.

Estamos acostumbrados a una comunicación de una sola vía, pero debemos tomar tiempo para escuchar la voz de Dios, meditar en su Palabra, conocer su voluntad. Hoy, Dios quiere comunicarse contigo, ¿cuántas veces tendrá que intentar hasta que comprendas que él tiene un mensaje especial para ti?