Yo, la Sabiduría, habito con la cordura; y tengo la ciencia de los consejos.
Proverbios 8: 12
La recién abierta escuela de la iglesia tenía 35 alumnos atendidos por tres maestros, pero no había provisión para los más pequeños, pues se argumentaba que años atrás, Elena G. de White había dicho que los padres deberían ser los únicos maestros de sus hijos hasta que tuvieran ocho años. Esto había sido causa de división en la iglesia, por lo que decidieron consultar a la propia señora White.
Ella dijo que los padres que irrazonablemente entran al matrimonio, tienen hijos que crecen sin dirección correcta, hay poca disciplina y se les deja hacer lo que quieran. Considerando estas desatenciones de los padres hacia los hijos, a quienes se les veía vagando sin oficio, dijo ella, es mejor que vayan a la escuela.
«Cuando dije que no debían hacerlo hasta los ocho o diez años, no existían escuelas que guardaran el sábado y los niños pequeños corrían grave peligro de ser influenciados por sus compañeros no creyentes».» «He estado bien preocupada con respecto a la idea: la hermana White ha dicho tal y tal cosa y, por lo tanto, vamos a proceder como ella dice. Dios quiere que tengamos sentido común y que razonemos con sentido común. Las circunstancias alteran las condiciones. Las circunstancias cambian la relación de las cosas».
¿Qué es el sentido común para el cristiano? Es la sabiduría. ¿De dónde viene la sabiduría? De la dirección del Espíritu Santo. Todos los días nos vemos en encrucijadas que la vida nos presenta. En ocasiones nos sentimos como la junta reunida en la casa de Elena para preguntar sobre el asunto de la edad para ingresar a la escuela. A menudo no sabemos qué dirección tomar cuando, por un lado, se ha dicho algo y, por otro lado, escuchamos algo distinto.
Si permitiéramos que el Espíritu Santo ocupara más espacio en nuestras mentes, no tendríamos dudas al tomar decisiones. El enemigo sabe esto y lo usa en nuestra contra al desviar nuestra atención hacia asuntos triviales, de tal modo que, con frecuencia, no encontramos un equilibrio y nos unimos al grupo de los fariseos. Usemos con oración nuestro sentido común, porque aunque los tiempos y las circunstancias cambian, los principios de Dios son inmutables. En una sociedad donde las ideas políticas y religiosas son muy debatidas, cada hijo de Dios debe hacer uso de su sentido común.
La buena noticia es que Dios no negará su Espíritu Santo a sus hijos que fervientemente lo busquen. Ellos actuarán con cordura, conocimiento y buen consejo.