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Lecturas devocionales para Jóvenes 2019

¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam.

Judas 11.

Era experto en bendecir, pero murió maldiciendo. El pueblo al que iba a hechizar fue bendecido, y el que lo contrató fue maldito. Por amor al dinero, fue capaz de oponerse al proyecto de Dios en la tierra. Esta es la triste historia de Balaam.

Balaam fue un profeta arameo que por algún tiempo sirvió a Jehová. Un día fue llamado por el rey Balac de Moab y por los madianitas para maldecir a Israel. Balac codiciaba la tierra de Basán recién conquistada por Israel, pero le tenía miedo a Jehová, y quiso embrujar al pueblo para debilitarlo. Por eso contrató a Balaam.

Balaam sabía que Israel era la nación de Dios, pero Balac pagaba bien, y le pidió permiso a Dios para ir a maldecirlo. Dios amaba al profeta que un día le sirvió, e intentó disuadirlo. “No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es” (Núm. 22:12).

Entonces Balaam dijo a los emisarios de Balac. “Volveos a vuestra tierra” (vers. 13). Hasta aquí, el varón hizo bien, pero lo que dijo después reveló su pobreza moral. “Jehová no me quiere dejar ir con vosotros» (vers. 10-13). Si Dios me diera permiso… —decía su semblante mustio. Dios quería sacar a Balaam de la zona de fuego cruzado. Moab iba a ser aplastado. ¿Qué hacía Balaam en medio del conflicto?

Balac pensó que Balaam quería negociar, y le envió una nueva embajada integrada por príncipes con una propuesta más atractiva. Balaam lo intentó de nuevo: negociaría con Dios durante la noche. Cuando amaneció, los enviados de Balac esperaron a Balaam, pero éste se tardaba. Pensaron que Balaam no iría con ellos y se fueron. Era la oportunidad del profeta para zafarse de tal embrollo, pero estaba tan interesado en el dinero que subió a su asna y los siguió. Este es un gran negocio. Dios va a cuidar a Israel, y yo voy a desplumar a estos ingenuos—pensaba el vidente. Balaam ya había disfrutado del supremo privilegio: ser profeta de Dios. Ya era reconocido en la tierra y conocido en el cielo, pero no era feliz. Dios quiere que seas feliz con lo que él te provee. Quiere que vivas bajo el paraguas del décimo mandamiento, por eso te dice: “No codiciarás” (Éxo. 20:17). Vive contento. Vive con Dios.