«El ángel del Señor se le apareció y le dijo: «¡El Señor está contigo, hombre fuerte y valiente!»».
Jueces 6:12
-Después del tiempo en que Débora juzgó a Israel -habló el papá a los niños—, el pueblo se apartó de Dios. Durante siete años, los madianitas los oprimieron, destruyeron sus cosechas y les quitaron sus animales. Así que los israelitas sufrían porque no tenían qué comer, se escondían en cuevas por temor a que les hicieran más daño. Hasta que por fin se acordaron de pedir ayuda a Dios, que los escuchó.
Un día se encontraba Gedeón limpiando el trigo, escondido entre el viñedo y pensando en lo que le estaba pasando a su pueblo. Reflexionaba sobre cómo podrían hacer para liberarse de los madianitas cuando, de repente, escuchó una voz que le hablaba; era un ángel. El ángel le dijo: «Dios está contigo»; pero Gedeón le respondió que si Dios estuviera con él, no estarían sufriendo tanto. El ángel le indicó entonces que él salvaría al pueblo. Gedeón, sintiéndose insignificante, le pidió una prueba y el ángel se la dio.
—¡Qué privilegio poder ver a un ángel! -comentó Susana.
-¡Es un gran privilegio! Gedeón, sintiéndose todavía inseguro, volvió a pedir otra prueba. Esta fue la prueba: él pondría lana de oveja en el campo y, si a la mañana aparecía mojada pero alrededor seco, sabría que en verdad él era el elegido para salvar a Israel.
Así sucedió, pero Gedeón volvió a pedir otra señal: ahora la lana debía amanecer seca y todo alrededor mojado. Dios le concedió también esta petición. Ahora sí, Gedeón estaba seguro de que Dios estaría con él para salvar a su pueblo. A veces somos demasiado desconfiados de Dios; debemos escuchar y obedecer su voz al estudiar su Palabra -finalizó el papá.
Tu oración:
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¿Sabías qué?
Dios le pidió a Gedeón que destruyera el altar de Baal de su padre.