«Ahora pues, yo, Nabucodonosor, alabo, honro y glorifico al Rey del cielo, porque todo lo que hace es verdadero y justo, y puede humillar a los que se creen importantes».
Daniel 4:37
-Veamos hoy qué nos cuenta el rey Nabucodonosor -empezó el padre con el culto.
«Buenos días. Soy el rey Nabucodonosor y tuve el privilegio de relacionarme con Daniel y sus amigos. Tuve otro sueño después de llevar unos años de reinado; lo recordé pero no hubo nadie que lo interpretara, así que tuve que llamar a Daniel.
»Después de que le dijera mi sueño a Daniel, se quedó perturbado; no habló por un rato, eso era un mal presagio. Había soñado con un árbol muy hermoso, grande y frondoso. Muchas aves hacían sus nidos en él, y había alimento y sombra para todos; vi que un ángel bajaba del cielo y daba la orden de que el árbol fuera cortado, aunque debían permanecer el tronco y las raíces, y que luego fuera encadenado, y que así estuviera siete años.
»Cuando Daniel habló, me dijo que ojalá el sueño fuera para mis enemigos, pues el árbol me representaba a mí. Me aconsejaba que me volviera a Dios, que no pecara, que tratara bien a mis súbditos, que ayudara a los pobres para que la sentencia no se cumpliera.
Yo recapacité y quise seguir el consejo de Daniel, pero un año después, al andar por el palacio y ver la gloria que había construido, me alabé a mí mismo, en vez de alabar a Dios, y allí se cumplió la sentencia. Fui quitado de mi reino, estuve como un animal comiendo hierba del campo; las uñas me crecieron; así pasé siete años. Un día volví en mí y el reino me fue restituido. Reconocí a Dios e invité a mi pueblo para que también lo adorara. Sé humilde y ama a Dios».
Tu oración: Querido Dios, ayúdame a ser humilde y obediente, y a darte gloria.
¿Sabías qué?
Daniel era unos de los principales sabios del reino, pero el único que pudo dar la interpretación del sueño del rey.