«Y ya grande se lo entregó a la hija del faraón, la cual lo adoptó como hijo suyo y lo llamó Moisés»
Éxodo 2:10
Cuando la hija del faraón abrió la cesta, vio al bebé y rápidamente se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Así que, en vez de entregarlo a los soldados, decidió llevarlo a su casa y cuidarlo como si fuera su hijo. Entonces, María se acercó y le preguntó a la princesa:
-Quiere que vaya a buscar una nodriza para alimentar a este bebé?
La princesa aceptó la propuesta. Jocabed se puso muy contenta porque ahora podría Criar a su propio bebé, a quien había llamado Moisés, que significa «salvado de las aguas».
Aquel bebé creció y llegó a ser todo un príncipe en Egipto, sin embargo, nunca se olvidó de lo que su mamá le había enseñado: obedecer a Dios. Por eso, era bueno con todos y nunca adoró a los ídolos.
¿Y yo?
Moisés siempre se acordaba de lo que había aprendido acerca de Dios y eso lo hacía diferente del resto de las personas. Las historias de la Biblia nos enseñan grandes verdades. ¡Nunca te olvides de ellas!
Mi oración para hoy
Querido Dios, ayúdame a ser bueno y amigable con quienes no te conocen.