Cuenta una fábula que una cigarra observaba a una hormiga yendo y viniendo, cargando objetos para prepararse para el invierno. Un día, la cigarra le dijo a la hormiga:
-Amiga, ¿no te cansas de trabajar tanto? ¿Por qué no descansas aquí un ratito conmigo, mientras te canto algo lindo?
-Gracias, pero no puedo —le respondió la hormiga, y continuó con su dedicada labor.
Así transcurrieron el verano y el otoño hasta que un día, al despertarse, la cigarra sintió el intenso frío del invierno. Los árboles se habían quedado sin hojas, y ella no encontraba adónde ir; vagaba de un lado a otro, con frío y con hambre.
Mientras, la hormiga tenía provisión y disfrutaba del resultado de su labor. La hormiga cosechaba los frutos de haber sabido construir su casa con sabiduría; mientras que la cigarra sufría las consecuencias de no haber sido inteligente y prever que pronto llegaría el crudo invierno.
Querida amiga, el frío invierno puede hacer acto de presencia en cualquier momento, por eso, construye con sabiduría tu casa y con inteligencia pon sus cimientos. Y no me estoy refiriendo a pilares y ladrillos físicos; no te estoy invitando a la construcción material de una casa real (que, por supuesto, no tiene nada de malo); estoy hablando de los valores morales y espirituales que darás como fundamento a tu familia.
Estoy hablando de los conocimientos con los que debes proveer a las personas que componen tu hogar. Cuando llegue el invierno de la prueba a sus vidas, que los encuentre habiendo hecho provisiones de fe, esperanza, paciencia y amor.
Así como adornamos nuestra casa física para que sea bonita y acogedora de modo que hable de nuestro buen gusto, así debemos trabajar nuestra personalidad, para que sea equilibrada, generadora de confianza en la gente, y que hable de nuestro buen criterio moral y espiritual y de nuestra fe en Dios.
Así como Pablo aconsejó a Timoteo, así te aconsejo yo a ti (y a mí) esta mañana: «Haz todo lo posible por presentarte delante de Dios como un hombre de valor comprobado, como un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que enseña debidamente el mensaje de la verdad» (2 Tim. 2:15). Así es como se construye, aquí y ahora, para la eternidad que nos espera.
«Con sabiduría se construye la casa, y con inteligencia se ponen sus cimientos; con conocimientos se llenan sus cuartos de objetos valiosos y de buen gusto»
Proverbios 24:3-4