«La mente inteligente adquiere sabiduría, y los oídos sabios van en pos de la ciencia»
Proverbios 18:15
Martín Lutero era un joven estudiante de Derecho en la Universidad de Erfurt. Su padre se sentía orgulloso de que pronto tendría un hijo abogado y le auguraba un futuro promisorio. Pero en la cabeza de Martín había otro tipo de planes. La muerte de un amigo muy cercano lo había dejado consternado. Poco después, el 2 de julio de 1505, se vio atrapado en medio de una violenta tormenta cerca de Erfurt mientras regresaba de visitar a sus padres.
Se asustó tanto que cayó al suelo temblando y exclamó: «¡Ayúdame, amada santa Ana! ¡Me haré monje!» El 16 de julio reunió solemnemente a sus amigos y les comunicó su decisión. Ellos trataron de disuadirlo, pero fue inútil. Al día siguiente, lo acompañaron entre lágrimas a las puertas del convento.
Cuando su padre se enteró de la decisión de su hijo, casi se vuelve loco. Hizo cuanto pudo para cambiar la decisión de Martín pero todo fue en vano. El propio Lutero reconoció que se vio forzado a tomar aquella decisión a causa del temor a la muerte y el juicio venidero, aunque nunca dudó de que la mano de Dios estuvo detrás de ello.
Pero su vida en el monasterio no fue fácil. Quería ser santo y ganarse el cielo. «Observaba una vida llena de mortificaciones, procurando dominar por medio de ayunos y vigilias y de castigos corporales sus inclinaciones naturales, de las cuales la vida monástica no le había librado. No rehuía sacrificio alguno con tal de llegar a poseer un corazón limpio que mereciese la aprobación de Dios. […]
A consecuencia de esta dolorosa disciplina perdió sus fuerzas y sufrió convulsiones y desmayos de los que jamás pudo reponerse enteramente» (El conflicto de los siglos, p. 132). Dios no fue ajeno a la sinceridad de su corazón y lo condujo al estudio de las Escrituras, donde descubrió que la salvación es un don que Dios nos da inmerecidamente a través del sacrificio de Jesús.
Tomó una nueva decisión: proclamar con poder esta gran verdad. Así fue como este humilde monje llegó a ser el gran líder de la Reforma protestante, un movimiento que sacudió Europa y cambió el panorama del cristianismo.
A veces nuestras decisiones pueden tener motivos equivocados, pero Dios reconoce la sinceridad del corazón y no abandona a sus hijos. Este día pon tus decisiones en las manos del Señor para que él te conduzca por donde debes andar.