Categories

Archivos

La Oración Del Saltamontes

Devocional adventista para adoslescentes 2022

Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra.

Malaquías 3: 11, RV95

La década de 1870 fue muy dura para las granjas familiares del medio oeste de los Estados Unidos. Las langostas de las Montañas Rocosas, más comúnmente llamadas saltamontes, pululaban por las llanuras cada verano, comiendo todo lo que encontraban a su paso. Era tal la plaga, que la gente estaba segura de que la del antiguo Egipto no podía haber sido mucho peor.

A medida que pasaba el verano y las cosechas de las que dependían para alimentarse volvían a ser devoradas antes de que tuvieran la oportunidad de madurar, muchas personas empezaron a abandonar sus granjas y hogares. Algunos se quedaron, sin embargo, con la esperanza de que las cosas mejoraran al verano siguiente. Pero a la temporada siguiente la plaga de saltamontes volvería en mayor número. A medida que la primavera se convertía en verano, como un reloj, los insectos llegaban y consumían todos los productos que crecían en los largos surcos.

Desesperados por deshacerse de los saltamontes, algunos agricultores probaron a quemar sus cultivos solo para matar a los insectos. Otros arrastraban objetos pesados sobre sus campos para aplastarlos. Pero por muchos que mataran, otros tantos ocupaban su lugar. Llenaban los pozos y obstruían las carreteras. A veces, los trenes no podían subir las colinas debido a las riadas de saltamontes que cubrían las vías.

Para los agricultores de Minnesota, la plaga de saltamontes llegó a su punto álgido en la primavera de 1877. Los agricultores habían plantado su cosecha de trigo, sabiendo que no podrían durar otra temporada con más saltamontes en el horizonte. Tenía que ocurrir algo drástico, y sabían que haría falta un milagro de Dios para salvarlos. Los habitantes de todo el estado separaron el 26 de abril de 1877 para pedirle a Dios que los librara del azote de las langostas. En sus mentes, Dios tenía que intervenir. Y, maravilla de las maravillas, sus oraciones fueron respondidas. Milagrosamente, la plaga de saltamontes terminó ese verano.

Dios está dispuesto a ayudarnos cuando lo invocamos. A veces dice: «Sí, lo haré ahora mismo». A veces dice: «No, eso no es lo mejor para ti». Y también hay veces que simplemente dice: «Espera un poco. Quiero que crezcas en gracia y aprendas a confiar en mi».

Bradley Booth ha enseñado en escuelas adventistas de los Estados Unidos, África, Rusia y Tailandia. Actualmente es el director de The Story Tellers Ministry, que ayuda a enseñar el arte de escribir historias antiguas que siguen siendo importantes hoy. La oración del Dr. Booth es que sus libros inspiren a los lectores a mantenerse de parte de Jesús tanto en los buenos como en los malos tiempos.