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No hay paz para los malos 

Lecturas devocionales para jovenes 2022

¡No hay paz para los malos!”, ha dicho Jehová.

Isaías 48: 22, RV95

El término «sicario» proviene de los tiempos del Imperio romano, en el que se popularizó el uso de un pequeño puñal llamado sica, que podía ser camuflado fácilmente entre la ropa de la época. En multitud de ocasiones, la sica era utilizada por personas que se acercaban a los rivales políticos de sus representantes y los apuñalaban. Esta práctica se realizaba con tanta frecuencia que, en el año 81 a. C., se tuvo que legislar para dar castigo a aquellos que, por encargo de otros, herían o mataban a cambio de unas monedas.

La ley, promulgada durante la dictadura de Lucio Cornelio Sila, fue conocida como Lex Cornelia de sicariis et veneficis [Ley Cornelia sobre apuñaladores y envenenadores]. Desde entonces, la figura del asesino por encargo o a sueldo se ha ido introduciendo cada vez más en nuestra sociedad, quedando el nombre genérico de sicario como calificativo de este grupo de personas.

La persona de la que te quiero hablar hoy se inició en el sicariato cuando tenía trece años. Fue reclutado por una organización cuya supuesta tarea era acabar con los tugurios (barriadas pobres) en la ciudad. Era bueno en lo que hacía, comenzó a escalar y a obtener cada vez más poder y, a los catorce años, ya era el «encargado de seguridad» del barrio. Le dieron armas, dinero y hombres; su tarea era mantener la zona libre de «enemigos», aquellos que pertenecían a otras bandas.

Trabajó para un narcotraficante poderoso durante más de diez años. Sembró el terror en las barriadas todo ese tiempo y, en su labor de limpieza, derramó mucha sangre. Su historia criminal terminó cuando su jefe cayó abatido por las autoridades. Muchos de sus seguidores fueron apresados y llevados a la cárcel. Por sus antecedentes, decidieron darle una condena larga. Se lo acusaba de narcotráfico, homicidio y reclutamiento de menores para enrolarlos en el sicariato.

En la cárcel comenzó a sufrir de pesadillas, producto de sus crímenes y casi llegó a perder la cordura. ¿Te has fijado cómo la paz siempre falta en la vida de aquellos que se separan de Dios? No puede haber paz en una vida desenfrenada de vicios y delincuencia. Pero allí en la cárcel nuestro protagonista de hoy conoció a Jesús. Hoy se goza compartiendo la verdad con los jóvenes que delinquen en los barrios. El mensaje de @Dios para ti hoy es: «No hay paz lejos de mí».

Edgar Redondo Ramírez nació en Santa Marta, Colombia. Ha servido como pastor y dirigente de la iglesia en Colombia durante más de 38 años, actualmente es el presidente de la Unión Colombiana del Norte. Le gusta leer y pasar tiempo con su familia. Está casado con Sara Polo y juntos tienen cuatro hijas: Paola, Stephanny, Angelie y Sharon; y una nieta: Abigail.