Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves!
Mateo 6: 26
La tragedia de Mocoa fue un desastre natural que ocurrió en el municipio colombiano de Mocoa durante la noche del 31 de marzo y la madrugada del 1º de abril de 2017. Fuertes lluvias provocaron los desbordamientos de los ríos Mocoa, Mulato y Sancovaco generando deslaves y flujo de lodo que causaron la destrucción de viviendas y puentes, y arrastraron vehículos a su paso. Diecisiete barrios de la ciudad quedaron afectados, cinco de los cuales quedaron destruidos totalmente. Se reportaron al menos 362 personas fallecidas y más de cuatrocientos heridos, con un número oficial de ochocientos desaparecidos y más de 22,000 damnificados.
En medio de ese panorama triste y doloroso de desesperanza ocurrió un milagro que hizo que todo el personal que participaba en las labores de rescate sonriera, aunque con lágrimas en los ojos. Una pequeña de siete años que vivió los estragos y la furia de la naturaleza fue rescatada por los organismos de socorro. La pequeña apenas podía mover una mano, pero su voz y sus ganas de vivir fueron más fuertes que el fango y las estacas que cubrían su pequeño y frágil cuerpo. Todos los participantes se conmovieron profundamente, pues al salir, la niña mencionó que estaba preparada para irse al cielo a encontrase con Jesús, su Salvador.
Qué emocionante es saber que todo el poder destructor desplegado por la naturaleza no puede destruir la fe de un corazón sincero. El milagro se hizo más dramático porque unos metros más adelante su hermana y su madre, en estado de embarazo, fueron encontradas también con vida. Esta historia se convirtió en la esperanza de cientos de habitantes y de todo el personal que participaba en las labores de rescate. La fe de esta niña en el cuidado protector de Dios es una fe a prueba de todo y debiera ser la fe que todos nosotros debemos poseer. Que nada te haga desconfiar del cuidado maravilloso de Dios. Ni hambre, ni desnudez, ni enfermedad, ni tristeza, ni abandono, ni peligros. Dedícate a cultivar una fe y confianza de esta clase en el Dios que lo ve todo de antemano. Para
@Dios tú eres un joven extremadamente valioso.