Ruego a Evodia y a Síntique que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Filipenses 4: 1-3
¿QUIÉNES ERAN EVODIA Y SÍNTIQUE? Dos mujeres creyentes de Macedonia, probablemente líderes de la iglesia, y de quienes solo sabemos que estaban enemistadas al momento en que Pablo escribe su Epístola a los Filipenses. No sabemos cuál era el motivo del desacuerdo entre Evodia y Síntique, porque el apóstol no lo menciona específicamente, pero suponemos que el conflicto entre estas dos hermanas en Cristo estaba afectando a la iglesia entera, y Pablo decidió hacer algo al respecto.
¿Qué hace el apóstol para zanjar sus diferencias? En primer lugar, les ruega que pongan fin a sus diferencias, por el bien de toda la congregación. En segundo lugar, pide a otros fieles miembros de la iglesia que intercedan para ayudarlas a reconciliarse. Finalmente, les pide «que sean de un mismo sentir en el Señor» (vers. 1). En otras palabras, las exhorta a vivir en armonía, como hermanas en Cristo, y a perdonarse la una a la otra como el Señor las ha perdonado.
Hay en este pequeño incidente una importante lección: hasta el día de la segunda venida de Jesús habrá conflictos entre los miembros de la iglesia, ¡incluso entre los dirigentes! Recordemos que Evodia y Síntique «combatieron» junto al apóstol en favor del evangelio de Cristo. De ellas dice Pablo que sus «nombres están escritos en el libro de la vida». Sin embargo, ¡el apóstol tuvo que intervenir para ayudarlas a reconciliarse!
Lo que estamos diciendo aquí es que es normal que se produzcan desacuerdos entre los miembros de una congregación. Lo que es inaceptable es que permitamos que esos desacuerdos nos separen y, peor aún, que dividan a la iglesia.
¿Se reconciliaron, finalmente, Evodia y Síntique? Probablemente sí, pero no lo sabemos. Más importante aún es esta otra pregunta: ¿Hay en tu congregación alguien con quien necesites reconciliarte hoy? Cualquiera haya sido la causa de la desavenencia, si el resultado ha sido separación, distanciamiento o división, el deseo de Dios es que esa persona y tú lleguen a ser «de un mismo sentir en el Señor».
Recordemos que, para salvarnos, Cristo «se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Recordemos, además, sus palabras a los discípulos después de anunciar su muerte: «De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan 13: 35, NVI).
Bendito Jesús, nunca quisiera ser una piedra de tropiezo para mis hermanos en la fe. Ayúdame a conducirme siempre de un modo que promueva la unidad de tu grey. Solo así el mundo sabrá que somos tus discípulos.