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A examen

Examinadlo todo y retened lo bueno.

1 Tesalonicenses 5:21

Observen estas etapas y, si les parece, realicemos un ejercicio de reflexión:

  1. Culpabilidad. Todos pecamos pero existe una solución a ese error. La sangre de Cristo posibilita el cambio y el equilibrio. La culpa hace daño hasta que comprendemos esta fantástica verdad. ¿Qué sucede cuando mantenemos el error? La culpa adquiere dimensiones desmedidas.
  2. Excusa. La culpa perturba y tendemos a excusarnos. Una de las excusas más comunes es la del traslado de la culpa. Como en Génesis 3, donde la mujer tenía la culpa, después la serpiente y, finalmente, Dios por haberlos creado.
  3. Autojustificación. Las excusas prolongadas se convierten en autojustificaciones. El pensamiento desarrolla teorías que dan un aspecto de verdad a las autojustificaciones. Tienen apariencia de coherencia pero, cuando se las coloca ante la Biblia, solo son simples autojustificaciones.
  4. Relativización. Cuando la autojustificación no resiste el contraste con la Biblia surge la relativización. Si el error se practica mucho tiempo, se piensa que es menos error. Una de las expresiones de esta etapa es: “Eso era antes, ahora..”. Esta afirmación genera preguntas paradójicas. Si el pecado deja de serlo con el tiempo, entonces el pecado no está asociado con la naturaleza humana sino con la cultura, por lo que, si el pecado no tiene que ver conmigo, ¿por qué tuvo que venir Jesús a morir por mí? ¿O cuál es la cultura que más se acerca a la verdad?
  5. Distanciamiento. Un efecto de la relativización es el distanciamiento. El uso de la palabra ‘iglesia’ como un concepto abstracto es una muestra de ello. En muchas ocasiones el distanciamiento del miembro con la iglesia oculta la idea de que está desfasada y, por tanto, carece de autoridad.
  6. Desvalorización. Si todo es relativo, ¿qué espacio ocupa la autoridad? Se recurre a una hermenéutica social (no es la Biblia el patrón de comportamiento sino que el comportamiento afecta a la interpretación de la Biblia) que genera más relativización, más distanciamiento y más desvalorización.
  7. Carencia de referentes. Sin Biblia no hay principios. Si la Biblia es la que modifica el comportamiento, la única tarea es conocer e interpretar con equilibrio la Biblia. Si es el comportamiento el que modifica la interpretación, no dejamos de preguntarnos: ¿qué comportamiento?, ¿qué sucede cuando el comportamiento del otro es radicalmente contrario al mío?
  8. Confusión. Sin referentes estamos abocados al caos. Hemos de abrir los ojos y ser consecuentes porque este proceso nos lleva irremediablemente a la asimilación. Y eso no responde a las características del Remanente sino de Babilonia.
    Estamos llamados a examinarlo todo, incluso a nosotros mismos, porque hay mucho bueno que mantener.

Víctor M. Armenteros es doctor en Filología Semítica por la Universidad de Granada y doctor en Teología (Antiguo Testamento) por la Universidad Adventista del Plata (Argentina). Durante más de una década ha sido profesor de Sagrada Escritura y Lenguas Bíblicas en el Seminario Adventista de España. Actualmente comparte la docencia con la gestión, al ejercer como director de los estudios de posgrado de la Universidad Adventista del Plata y de la sede austral (Argentina, Paraguay y Uruguay) del Seminario Adventista Latinoamericano. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Hebreos y Judíos. Ha colaborado como traductor en la Biblia Traducción Interconfesional y forma parte del equipo editorial de la revista DavarLogos. Es, a su vez, autor de diversos artículos sobre escritos bíblicos y literatura rabínica.