El espíritu del Señor vino sobre Otoniel, el cual acaudilló a los israelitas; salió a la batalla, y el Señor le dio la victoria sobre Cusan-risataim.
Jueces 3:10
El nuevo hogar de Otoniel y Acsa sufrió las consecuencias de la desobediencia de Israel. El pueblo cayó en la esclavitud a manos de Cusan-Risataim, rey de Mesopotamia.
Sin duda, desde el principio de la opresión Otoniel y Acsa oraron para que Dios interviniera cuanto antes, pero muchos todavía no buscaron a Dios, sino a los baales. Transcurrieron ocho años difíciles. Después que muchos intentaron librarse del opresor por métodos humanos y nada había resultado, entonces la nación clamó a Dios y el Señor levantó al primer juez (libertador): Otoniel.
¿Por qué cayeron en esa opresión? Los israelitas vivían en Canaán simplemente porque adoraban a Dios. Lo reconocían como el Creador y Benefactor de toda bendición recibida.
Por otra parte, los habitantes de otras naciones adoraban ídolos y les atribuían a ellos las bendiciones recibidas. En el momento en que Israel empezó a adorar ídolos, se borró lo único que los diferenciaba de los demás; y llegó la opresión.
El Espíritu de Dios puede romper cualquier opresión, no importa cuánto tiempo alguien esté esclavizado. El Espíritu de Dios vino sobre Otoniel porque era el más receptivo a la influencia divina. El resultado fue una gran victoria sobre el enemigo.
Entonces, Israel vivió cuarenta años de paz. No olvides el propósito del libro de los Jueces: Dios quiere hacerte un triunfador. No desea que nada te esclavice. Si hoy algún pecado te angustia o sientes temor a tomar decisiones acertadas, él te ayudará.
No importa cuál sea tu enemigo, mediante el Espíritu de Dios podrás ser un vencedor. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo: “Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio” (2 Tim. 1:7).
Esta promesa es tuya. Asegúrate de vivir cerca de Dios y de reconocerlo como tu Señor y Salvador. El resultado será éxito y paz.