No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.
Isaías 44:8.
El capítulo 44 de Isaías describe los atributos más notables de Dios: Jehová, Hacedor tuyo, Rey de Israel, Redentor de Israel, Comandante de los ejércitos celestiales, el único Dios verdadero, el Fuerte, el Pastor. Cada nombre cubre una necesidad.
Hay un total de 365 atributos de Dios en la Biblia, uno para reflexionar en él cada día del año, y para ayudarnos a conocer mejor a nuestro Creador y Protector. Hoy te propongo reflexionar sobre uno de esos atributos: el Fuerte.
¡Cuentas con un Dios Fuerte, que pelea tus batallas, defiende tu causa y te hace justicia! La palabra traducida como “Fuerte” es el original hebreo tsuwr, uno de los nombres masculinos propio de la deidad para resaltar su permanencia.
Significa roca, acantilado, pared rocosa, roca con superficie plana, bloque de piedra, roca de Dios. Aparece unas 78 veces en la Biblia, siempre refiriéndose a Dios.
La palabra tsuwr es usada en Deuteronomio 32:4: “Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto”.
Es el sólido fundamento, sobre el cual se puede edificar: “Porque ¿quién es Dios sino solo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?” (Sal. 18:31).
Dios representado como una roca puede ser tu salvaguardia o destrucción. Si construyes tu vida sobre esa roca sólida, cuando vengan las tormentas de las pruebas permanecerás inamovible; pero si decides andar por la vida sin su refugio, al final la roca misma te aplastará.
Cuando el desánimo los oprima pesadamente, lean estos versículos: […] “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? […] ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Sal. 42:7-11) (ELC, p. 126).
“Solo él es mi roca y mi salvación; es mi alto refugio; no seré movido. Dios es mi salvación y mi gloria; en Dios está la roca de mi fortaleza y mi refugio” (Sal. 62:6, 7, RV2015).