Cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla.
1 Corintios 10:13, DHH.
Armenia es un país ubicado entre Asia y Europa, que hace frontera con Turquía, Azerbaiyán e Irán. En Turquía, el 99 % de los habitantes profesa la religión musulmana. En Irán, también el 99 % son musulmanes.
En Azerbaiyán, el 95 % es musulmán. Ahora bien, en Armenia, el 91 % de los habitantes se considera cristiano. Armenia fue una colonia persa, luego formó parte del Imperio Otomano y también fue conquistada por la Unión Soviética.
Todos fueron poderes adversos al cristianismo; sin embargo, los armenios no dejaron de ser cristianos. ¿Cómo se explica eso?
Quizás el secreto radique en una declaración del historiador Sozómenos, que a mediados del siglo V tenía entendido que los armenios fueron los primeros en declararse una nación cristiana.
De acuerdo con el historiador Eusebio de Cesarea, Armenia se convirtió al cristianismo en el año 311, y esa decisión fue suficiente para que el emperador Maximiano le declarara la guerra. Uno de los hechos más icónicos del pueblo armenio llegó cuando, en el siglo V, el patriarca Sajak le pidió a Mesrop que tradujera la Biblia al armenio.
Hasta ese momento el armenio no era una lengua escrita, sino una expresión oral; así que Mesrop, un cristiano, tuvo que crear el armenio escrito, y la Biblia fue un elemento clave para el “desarrollo de un espíritu nacional”.
Cuando en el año 450 los persas asumieron el control de Armenia, los líderes cristianos de Armenia enviaron un mensaje diciendo: “De esta fe nadie nos podrá apartar… Haz lo que quieras”.180
¿Y qué en cuanto a nosotros? ¿Podemos nosotros decir: “De esta fe nadie nos podrá apartar”? Los armenios constituyen un ejemplo de lo dicho por Pablo: “Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla” (1 Cor. 10:13, DHH).
No hay razón para claudicar, rendirnos, negar la fe por causa de las pruebas. Junto con cada situación dolorosa, Dios nos promete que habrá una puerta para que salgamos airosos.
Tu prueba será el medio que Dios utilizará para que nada ni nadie te pueda apartar de tu fe en él.
180 Justo L. González, Historia del cristianismo (Miami, Florida: Unilit, 2009), t. 1, p. 311.