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¿De qué lado estás?

Ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos.

Santiago 1: 8

El bando donde nos encontrábamos tomó la delantera en respuestas correctas. De pronto un niño que estaba sentado en el otro bando se levantó de su lugar y se unió al nuestro. Segundos después, otro niño había hecho lo mismo, pero en la siguiente prueba nuestro bando falló y el punto fue para el otro equipo, así que el segundo niño no dudó en regresar a su lugar.

Las dos preguntas que siguieron fueron favorables para nuestro equipo, así que el pequeño decidió regresar con nosotros. Parece que estaba decidido a pertenecer al bando ganador a toda costa. Aunque en principio me causó gracia, esa experiencia me hizo reflexionar en el texto de hoy. En la vida espiritual existen dos equipos: el bien y el mal, y no hace falta nombrar quién es el capitán de cada bando.

En ocasiones, cuando las cosas van bien dentro de la iglesia, estamos seguros de querer pertenecer a ese equipo, pero cuando los problemas prevalecen y nos vemos en apuros, persecución o angustia, pensamos en cambiar de bando.

De tapa a tapa en las Sagradas Escrituras, Jesús ha desafiado a los que profesan seguirle con la pregunta: «¿De qué lado estás?» Lo vemos en Génesis preguntando a Adán y a Eva, y lo vemos en Apocalipsis exhortando a su iglesia. ¿Eres frío o caliente?

Pero si eres tibio, te vomitaré. Podemos ver con estas afirmaciones que el Señor aborrece a las personas que no se deciden a ser fieles cristianos y titubean en sus acciones y pensamientos.

Como cristianos sí sabemos quién es el equipo ganador. Jesús ha vencido; el enemigo no tiene ningún porcentaje de posibilidades de ganar. La victoria es del Cordero y de los que le profesen lealtad sin titubeos. Ya no es tiempo de estar en indecisión.

Hoy más que nunca debemos hacer nuestras las palabras inspiradas de Elena G. de White: «La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren. Hombres que sean honrados y sinceros en lo más íntimo de sus almas. Hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde. Hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo. Hombres que se mantengan de parte de la justicia, aunque se desplomen los cielos».20 ¿A qué equipo serás leal?