Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
1 Corintios 10: 31
¿Te has preguntado por qué Satanás presentó a Jesús tres tentaciones? Ellas fueron, la comida, las riquezas y la presunción. Sin temor a equivocarme, pienso que estas son las tres puertas básicas por donde el enemigo intenta entrar a nuestras vidas.
El Espíritu Santo permitió que Jesús fuera puesto a prueba porque, saliendo victorioso, nos dejó la certeza de que en su nombre también podremos salir vencedores. «Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Hebreos 2: 18).
Durante mi primer año de primaria, llegaba un vendedor ofreciendo deliciosos cocteles. Mi amiga siempre compraba y, como éramos mejores amigas, me invitaba. Un día, en una plática casual con mis padres, surgió el tema de los mariscos y yo dije: ¡El caracol es muy rico! Mis padres asombrados preguntaron: ¿Y tú cómo sabes? Pues en casa nunca se consumió. Mis ojos se abrieron de desilusión cuando dijeron que no podíamos comer caracol porque era un animal inmundo. Nunca más volví a introducir en mi cuerpo a los caracoles.
Hay hábitos alimenticios que causan daño de igual manera que los animales inmundos. Las campañas publicitarias de productos alimenticios dañinos, han bombardeado nuestros sentidos con imágenes y videos que han embotado nuestras mentes.
Hay una conexión indiscutible entre el estómago y el cerebro. El enemigo sabe que cuando el ser humano no cuida su alimentación y viola las leyes de la salud, su mente estará débil y perfectamente habilitada para caer en la tentación.
» Si no se cuida debidamente el estómago, será trabada la formación de un carácter moral íntegro. El cerebro y los nervios están en relación íntima con el estómago. De los errores practicados en el comer y beber resultan pensamientos y hechos erróneos».22
Ciertamente, Jesús tenía hambre, y convertir esa piedra en cualquier platillo sustancioso no habría significado ningún problema; sin embargo, venció la tentación del apetito y así glorificó a su Padre. Dejar descansar el estómago no es un invento humano. Jesús practicó el ayuno.
¿Cuándo fue la última vez que ayunaste? Quiero invitarte para que lo hagamos juntas este sábado 15 de marzo. Pediremos al Señor la sabiduría para comer y beber glorificando su nombre. ¿Te imaginas un poderoso ejército de guerreras en ayuno, ruego y oración?