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Mirando al cielo

Alcen los ojos y miren a los cielos: ¿Quién ha creado todo esto? Que ordena la multitud de estrellas una por una, y llama a cada una por su nombre.

Isaías 40: 26, NVI.

Un día, unos amigos me preguntaron mi fecha de nacimiento. «Eres virgo -me dijeron-. Vamos a ver qué dice tu horóscopo de hoy». Acto seguido, escuché una serie de frases tan ambiguas y genéricas que podrían describir el día promedio de la mitad del mundo.

A pesar del escepticismo de muchos de nosotros, no podemos negar que la astrología es un fenómeno muy popular. Aproximadamente uno de cada cuatro estadounidenses cree en la astrología, entre ellos el 23 % de los cristianos, según Pew Research.* Hace poco, un joven me comentó que, a pesar de ser cristiano, creía en la astrología.

Me explicó que la posición de las estrellas en el momento del nacimiento de alguien constituye una especie de «partida de nacimiento cósmica». Según él, en su carta astral se hallaba la información necesaria para entender quién es él y cómo manejar las vicisitudes de la vida.

¿De verdad las estrellas contienen información relevante para nuestra vida? Génesis 1: 14-18 declara sin ambages que Dios creó las estrellas para alumbrar y «para separar el día de la noche, que sirvan de señales para las estaciones, los días y los años» (Génesis 1: 14). Dios no colocó ninguna información especial en el cielo nocturno.

«Él hizo la Osa y el Orión, las Pléyades y los más remotos lugares del sur» (Job 9: 9, RV95); él «cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres» (Salmos 147: 4, RV95). Isaías declara que «los que observan las estrellas […] para pronosticar lo que vendrá sobre ti […] serán como el tamo; el fuego los quemará, no salvarán sus vidas» (Isaías 47: 13-14).

En vez de consultar los astros para conocer tu identidad o tu destino, ¿no crees que sería mejor consultar a Aquel que creó los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos? La Biblia es meridianamente clara: eres hijo/a de Dios (1 Juan 3: 1), fuiste creado/a a su imagen (Génesis 1: 26-27), él te ama tanto que entregó a su Hijo por ti (Juan 3:16) y muy pronto volverá por ti (Juan 14: 1-3). Ante eso, no hay nada que las estrellas puedan restar o añadir.