Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno; sus oídos están abiertos a sus gritos de auxilio.
Salmos 34: 15, NTV.
Todos tenemos días en los que necesitamos una palabra de ánimo, saber que alguien se preocupa por nosotros, que comparte nuestras tristezas y alegrías y que está dispuesto a mantenerse a nuestro lado. Aquella mañana estaba teniendo uno de esos días. Fue entonces cuando me topé con la siguiente cita de El camino a Cristo. Hoy quiero compartirla contigo.
«Presenta a Dios tus necesidades, tristezas, gozos, preocupaciones y temores; no puedes incomodarlo ni agobiarlo. El que tiene contados los cabellos de tu cabeza no es indiferente a las necesidades de sus hijos, «porque el Señor está lleno de ternura y misericordia» (Santiago 5: 11, NTV). Nuestras aflicciones conmueven su tierno corazón, especialmente cuando las compartimos con él. Llévale todo lo que confunde. No hay carga que resulte tan pesada que él no la pueda sobrellevar; pues él sostiene los mundos y rige el devenir del universo.
»Nada que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeño que él no lo note. No hay en nuestra experiencia ningún episodio tan oculto que él no lo haya conocido, ni perplejidad tan grande que no la pueda solventar. Ninguna calamidad puede ocurrirle al más humilde de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltarlo, ningún gozo alegrarlo, ninguna oración sincera surgir de los labios, sin que el Padre celestial lo perciba y sin que él se tome en ello un interés inmediato.
Él «restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas» (Salmos 147:3). Las relaciones entre Dios y cada persona son tan especiales y únicas como si no hubiera habido otra de la que ocuparse ni por la cual haber entregado a su Hijo amado» (El camino a Cristo, cap. 11, pp. 148-149).
Bebí cada una de estas palabras como si estuviera en el desierto más árido y me hubiera topado con un oasis. Sentí un calor en el pecho y fue como si Dios mismo me hubiera abrazado. En pocos instantes, mi día pasó de taciturno a alborozado.
No necesité más y creo que hoy tampoco puedo añadir mucho a una cita tan completa. No sé quién está leyendo esta reflexión, no sé qué día tienes delante de ti ni qué situaciones estás enfrentando, pero el Padre amoroso está interesado en tu vida. Sus ojos están sobre ti hoy. Él te lleva en las palmas de sus manos.