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Soluciones antiguas para problemas modernos

El joven Samuel servía a Jehová en presencia de Elí; en aquellos días escaseaba la palabra de Jehová y no eran frecuentes las visiones.

1 Samuel 3: 1, RV95.

En 1971, el presidente Richard Nixon suspendió la convertibilidad del dólar en oro, marcando el inicio de un sistema monetario flotante que genero un aumento en la demanda de oro físico. Este cambio, junto con la reducción en la extracción de oro, condujo a una escasez del metal. Como consecuencia, el precio del oro experimentó un notable incremento. En ese año, el valor promedio del oro era de $40 por onza. Para 1980, el precio se había elevado a más de $800 por onza.

Aunque la escasez del oro sea motivo de pánico, mucho peor es el tipo de escasez que describe 1 Samuel 3. La Biblia dice que «escaseaba la palabra de Jehová». La palabra hebrea para «escasear» es yakar, que se usa para referirse a las piedras preciosas (ver 2 Samuel 12: 30).* Cuando un bien es escaso, como el oro, se vuelve más valioso. Amós 8: 12 destaca que la escasez de la palabra de Dios se convierte en un resultado inevitable cuando los seres humanos se alejan de Dios. Salomón, por su parte, concluye sabiamente: «Donde no hay visión, el pueblo se extravía» (Proverbios 29: 18, NVI).

Hoy en día, nuestro mundo no difiere mucho de la descripción bíblica. Buscamos progresar como sociedad, abogando por la «inclusión», al mismo tiempo que excluimos a Dios y pasamos por alto su Palabra. Anhelamos justicia e igualdad, sin recordar que su fundamento radica en reconocer a Dios como el Creador. Nuestro mundo se encuentra extraviado porque carece de una visión clara.

Pero, así como la situación de nuestro mundo se parece a la del Israel antiguo, la solución para hoy es la misma solución del ayer: «El joven Samuel servía a Jehová».

Mientras el pueblo iba de mal en peor, un joven estaba de parte de la verdad. Las personas experimentadas y «sabias» vivían erradas, pero un joven como tú andaba en los caminos del Señor. Cada vez que el pecado abunda, la gracia de Dios sobreabunda a través de jóvenes como Ester, Samuel, Daniel y tú. Hoy el mundo necesita de jóvenes y señoritas que le sirvan como Samuel y que le digan: «Cuenta conmigo». ¿Formarás parte de la generación que cambiará el mundo?