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Flores del campo

Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?

Mateo 6: 28-30

La palabra que aparece en este pasaje (krina), aunque designa a las flores de la familia de los lirios, se usaba al parecer como término genérico, de modo que podría incluir todas las plantas con flores vistosas que se daban en forma natural en Palestina, es decir, además de lirios y azucenas, también anémonas, narcisos, rosas de azafrán y demás flores silvestres.

Mientras vivimos en Francia nos correspondió como domicilio de función la llamada «Villa Nirina», una casita cercana a la iglesia que tenía un hermoso terreno en pendiente muy abrupta, bastante difícil de mantener en forma. Debido a ello, en vez de tener solo césped, dejábamos crecer la vegetación espontánea propia de la región, hasta el punto de que, vista la variedad de flores silvestres que crecían en ella, casi hubiera podido ser considerada «reserva natural de la biosfera».

Unas de las flores que más nos gustaban (tanto, que no pasábamos por ellas el cortacésped hasta que terminaba la temporada de su floración) eran las prímulas acaulis, llamadas comúnmente «primaveras». Las había de todos los tonos, del blanco y el amarillo a las diversas gamas del rosa, el rojo, el naranja, la malva, el morado y hasta el granate. Puntuales a su cita, al principio de la primavera estallaban en nuestro jardín tapizándolo completamente con sus alegres colores.

Estas flores, sin duda de un modo similar a las que menciona Jesús, siguen siendo una parábola constante de la providencia divina.

muy triste que, debido a intereses económicos, algunas plantas con flores estén desapareciendo. La vegetación de algunas zonas es más bien un paradigma peligroso de la rapacidad de quienes explotan los terrenos, antes ocupados por una variedad equilibrada de especies de flora y fauna, con monocultivos que solo buscan el lucro a corto plazo de unos pocos.

Señor, abre mis ojos hoy a la belleza y la armonía del mundo que tú quisiste para nosotros. Que cada flor que alegre mi vista me recuerde el amor de Dios y me inspire a adorarlo, respetando su obra incluso en mi trabajo cotidiano.