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Realidades cotidianas

Devocional adventista para la mujer 2022

Pero mientras uno de ellos cortaba un árbol, la cabeza de su hacha cayó al río. -¡Ay, señor! -gritó-. ¡Era un hacha prestada!

2 Reyes 6: 5, NTV

Siempre me gustaron más los milagros pequeños que los grandes. Que Dios haya abierto el Mar Rojo es fenomenal. Que los muertos hayan resucitado es absolutamente espectacular. Pero que Jesús haya usado su poder para transformar el agua en vino en una boda en Caná, solo para que los anfitriones no pasaran vergüenza, es tan tierno y personal… Dios es sublime, sí, pero también es increíblemente cercano. Dios es eterno, pero también presta atención a cada segundo de nuestras vidas. Uno de los relatos que mejor ilustra el interés y el cariño de Dios por nuestra vida cotidiana es la historia del hombre que pidió un hacha prestada (2 Rey. 6:1-7).

Un grupo de hombres estaba talando árboles junto al río Jordán, para expandir la escuela de los profetas. Mientras trabajaban, sudando bajo el sol, la cabeza del hacha salió volando y se hundió en el agua marrón del río. El hierro no era barato en aquel momento, y la cabeza del hacha debió de haber caído en la parte profunda, porque no podían buscarla. Entonces, el hombre entró en pánico y gritó: “Era un hacha prestada!” Honestamente, yo también gritaría. Imagina que una amiga te presta su automóvil y lo chocas; o te presta un libro, de edición limitada y autografiado por el autor, y se te cae en la bañera. ¿No entrarías en pánico? No solo está en juego el objeto, sino tu amistad con esa persona. Creyendo que Dios honraría aun esta necesidad tan cotidiana, Eliseo cortó un palo y lo tiró al agua… y el hacha flotó.

Dios es grande, pero se interesa en lo pequeño. La Biblia dice que aun nuestros cabellos están contados (Mat. 10:30). Dios está profundamente interesado en compartir la vida cotidiana con nosotras. La autora cristiana Jennie Allen, en Restless (Sin descanso), lo describe con estas palabras: “Dios se preocupa por la eternidad, pero le importa cada segundo de la vida de cada ser humano. Este es el Dios a quien servimos. Cuando creemos que Dios solo es grande, y que solo se interesa por las cosas eternas y celestiales, nos perdemos de algo… [de ver cómo] Jesús amaba a cada individuo profundamente y satisfacía sus necesidades únicas”.

Señor, te agradezco porque prestas atención a cada aspecto de mi vida. No hay espacio en mi corazón para el cinismo, porque tus cuidados son tiernos y constantes.

Vanesa Pizzuto es licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Matanza, Argentina, y tiene un máster en Educación por la Universidad de Hertfordshire, Inglaterra. Es la autora de la serie de cuentos bilingües Amancay, publicada por este mismo sello editorial, así como de numerosos artículos. Trabajó como docente y como presentadora de radio para Radio Adventista de Londres. De nacionalidad argentina, Vanesa vive en Inglaterra.