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Hablas vida

Devocional adventista para la mujer 2022

El consejo oportuno es precioso, como manzanas de oro en canasta de plata.

Proverbios 25: 11, NTV

Australia es un país tan bello y diverso que me da trabajo responder cuando la gente me pregunta qué fue lo que más me gustó. Durante las cuatro semanas que pasé en la isla continental, pude acariciar un koala y recorrer el impresionante Cañón del Rey, en el sofocante Centro Rojo de Australia, donde las temperaturas de más de 40 °C son habituales. Confieso que, aunque cada día tuvo su propia y única belleza, bucear en la Gran Barrera de Coral fue una experiencia magnífica.

Magnífica, pero nada sencilla. A bordo del catamarán que zarpó de Cairns, rumbo a los arrecifes del mar del Coral, el instructor explicó las medidas de seguridad. Al oírlas, sentí que mi estómago sufría un tirón. No me preocupaban los tiburones, porque los ataques son muy inusuales, sino sencillamente estar bajo el agua respirando a través de un tubo.

Antes de que el instructor pudiera llevarnos a descubrir los corales, todos teníamos que pasar un pequeño «examen”. Debajo del agua, aunque solo sumergidos unos pocos centímetros, debíamos quitarnos el tubo respirador de la boca y volver a colocárnoslo; realmente, no es difícil de hacer. Sin embargo, cuando el instructor me hizo señas claras de que me quitara el tubo, me ganó la ansiedad. Subía la superficie y le dije a la instructora que esperaba sentada al borde del catamarán, que no me gustaba bucear. «¿Cómo que no te gusta, si ni siquiera empezaste?», contestó ella sonriendo. “Es que me da miedo la sensación de estar bajo el agua”, respondí yo. Lo que ella hizo después me ayudó mucho. No me juzgó, ni me dijo que ya estaba grande para tener miedo. Sencillamente, me alentó hasta que me animé a sumergirme nuevamente: “Tú puedes; ¡claro que puedes! Yo también estaba asustada cuando aprendí”.

Su honestidad me dio el valor que necesitaba. Finalmente logré quitarme el respirador y volver a colocarlo sin dificultades. Entonces, nos sumergimos en el agua esmeralda para ver cientos de corales, peces y estrellas de mar. Es fácil olvidarnos de cuánto poder hay en lo que decimos. La canción «Speak Life” (Habla vida), del cantante cristiano Toby Mac, es un buen recordatorio: «Mira los ojos de los quebrantados de corazón; observa como cobran vida cuando hablas esperanza. Hablas amor. Hablas vida». Cada sílaba que pronunciamos puede contagiar coraje, desmoronar prejuicios e inundar de luz el corazón. ¡Hablemos vida!

Señor, las palabras que uso tienen mucho poder. Ayúdame hoy a elegirlas cuidadosamente. Quiero que mis palabras vivifiquen a quienes las oyen. ¡Hoy quiero contagiar esperanza!

Vanesa Pizzuto es licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Matanza, Argentina, y tiene un máster en Educación por la Universidad de Hertfordshire, Inglaterra. Es la autora de la serie de cuentos bilingües Amancay, publicada por este mismo sello editorial, así como de numerosos artículos. Trabajó como docente y como presentadora de radio para Radio Adventista de Londres. De nacionalidad argentina, Vanesa vive en Inglaterra.