Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud.
Salmos 71:5
Felipe y Ana Mari son amigos de toda la vida. Cuando llegué por primera vez a la iglesia ya estaban allí y me recibieron con cariño. Éramos apenas unos niños, pero hubo sintonía entre nosotros. A Felipe lo apasionaba la historia, a mí también.
Él era más de dibujo técnico y yo de artístico, pero a fin de cuentas, hacíamos arte. Ana Mari tenía una sensibilidad especial que nos hizo comprender el mundo de otra manera. Sobre todo a Felipe. Fueron buenos novios y son un excelente matrimonio. Esa amistad se extendió a sus hijos y, si nos da el tiempo, posiblemente a sus nietos. Amigos de la juventud, amigos de toda la vida.
Recuerdo que en una ocasión Felipe y yo estábamos haciendo algo de espeleología en unas cuevas cercanas al colegio donde estudiábamos. Habíamos dejado atrás a nuestros compañeros de aventuras e intentamos pasar por una grieta.
Apoyábamos la espalda contra una pared, las piernas contra otra y así nos trasladábamos. No estábamos a mucha profundidad, pero era muy oscuro. En un mal movimiento se me escapó la linterna y la perdí. No veía nada hasta que mi amigo me iluminó. Poco a poco salimos de aquel entuerto, compartiendo la luz. Y es que los amigos están ahí cuando los necesitas. No hay duda de ello.
David tenía la misma relación con Dios. Así que, cuando fue a componer una canción para conmemorar sus experiencias, pensó en lo afectiva que era su relación con el Señor y en las veces que lo había librado de adversidades. Y compuso un salmo precioso, que destaca cómo Dios había sido su esperanza desde los primeros días de su vida, desde su juventud.
No hablaba de suposiciones sino de realidades, porque el Señor había estado a su lado en los momentos de oscuridad, de dificultades y, asimismo, en los demás momentos.
La experiencia de David no pretende ser exclusiva. Ni mucho menos.
A Dios le agrada tener muchísimos contactos y, si puede, le gusta que sean sus amigos. Dicen que solo el 6 % de los amigos de las redes sociales son amigos cercanos. Bueno, debes estar seguro de que Dios es uno de ellos (aunque no lo hayas agregado a cualquiera de tus grupos).
Uno de esos amigos a los que puedes confiar un secreto, una pena, una alegría, y que sabes que te comprenderán y ayudarán. Será luz en tus oscuridades y esperanza certera. Vamos, ¡un amigo de toda la vida!