Si tienes poder para hacer el bien, no te rehúses a hacérselo a quien lo necesite.
Proverbios 3:27
En la isla de Hokkaido, en Japón, hay una estación de tren que estuvo a punto de inhabilitarse. La parada de Kyu-Shirataki se encuentra en un lugar de difícil acceso y con escasas poblaciones alrededor.
En 2013, debido a su limitado uso, Japan Railways decidió cerrarla. Fue entonces cuando unos padres pidieron a la empresa que la mantuviera abierta porque era la única forma de que sus hijos fueran a la escuela. Y accedieron. Durante años se mantuvo para unos pocos niños, y en 2016 solo para que una muchacha fuera a la escuela. Solo hacía dos trayectos al día.
Uno para llevarla y otro para traerla. ¿Por qué? Porque podían y querían hacerlo. Poder hacer el bien y hacerlo son dos cosas distintas. De hecho, la mayoría de los cambios no dejan de aplicarse por incapacidad sino por falta de voluntad.
Todos tenemos la posibilidad de mejorar este mundo, y todos tenemos el deber de hacerlo. Si hacer el bien no es la constante de nuestra vida, ¿qué lo será?
En la Biblia aparece muchas más veces el atributo divino de “buena voluntad” que el de “Todopoderoso”.
Nadie duda del poder de Dios, pero no debiéramos olvidar que él aprovecha cada oportunidad de hacer lo bueno porque le gusta. Hay un texto del salmista que define como pocos esas cualidades divinas: “En tu nombre [el pueblo] se alegrará todo el día y en tu justicia será enaltecido, porque tú eres la gloria de su potencia y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder” (Sal. 89:15-17).
La buena voluntad de Dios, lo que al Señor le agrada, debiera convertirse en nuestro querer. ¿Y qué oportunidad mejor que hacer el bien?
Pasemos a lo concreto. Te sugiero que tomes papel y lápiz (si eres muy techie puedes usar el smartphone). Haz una primera lista de las cosas buenas que sabes hacer. No importa que no sean muy relevantes, vale con cosas sencillas.
A ver si eres capaz de llegar a cinco. Cinco no son tantas, estoy seguro de que sabes hacer muchas más. Segundo, haz otra lista, en este caso de cinco personas que tengan alguna necesidad. Si no llegas a cinco debes preocuparte, porque es preciso que mejores tu relación y empatía con los demás.
Ahora, intenta relacionar tus habilidades con esas necesidades. Seguro que habrá algún caso en que tu saber coincida con la necesidad del otro. Y ahora viene lo difícil.
La apertura de la estación de Kyu-Shirataki es un ejemplo a imitar, ¿te apetece seguirlo? Es tu oportunidad de hacer el bien, ¿la aprovecharás?