Nadie busque su propio bien, sino el del otro.
1 Corintios 10:24.
Nuestra relación con los demás depende mucho de nuestra historia personal. Algunos piensan que el que nace tímido o sociable, amoroso o arisco, hablador o silencioso, sensible o insensible, no puede hacer nada para cambiar. No es cierto, podemos mejorar nuestras destrezas sociales.
Nos parecería de locos que alguien argumentara que ha nacido sin capacidad de cocinar y que, por ello, nunca será capaz de hacer nada en ese sentido. Hasta la persona más desinteresada en este tema es capaz de preparar un sándwich, y si se esfuerza, terminará realizando un Croque Monsieur. Pues algo parecido sucede con las destrezas sociales. Hay que ponerse a trabajar en ellas porque es posible mejorarlas.
Empecemos por la empatía. Te sugiero algunos ejercicios que te ayudarán a desarrollar este valor tan propio de un cristiano. Además de que son fáciles de practicar, te cambian la vida:
- Hazles cara a tus prejuicios. Serán más o menos, pero todos tenemos prejuicios. Los prejuicios son generalizaciones que simplifican la realidad pero no son la realidad. Prueba a desafiar las etiquetas que circulan por tu mente. Busca contrastar eso de “Todos los x son y”. Verás que hay muchas personas que no son lo que pensabas de ellas. Sé valiente y mira los datos con sinceridad.
- Conviértete en un investigador. Imagina que eres antropólogo (si lo eres, mejor, eso tienes adelantado) y que debes conocer otras maneras de pensar y de vivir. Sé curioso, sanamente curioso, con los demás. Interésate por cómo se enfrentan a tus mismos problemas. Cuando “el otro” cambia al “nosotros”, la percepción del mundo es muy distinta.
- Sé esponjoso. Eso quiere decir que lo de los demás debe dejar de resbalarte. Aprende a escuchar y a dialogar. Aprende a abrazar en lugar de a chocar. Aprende a ser inclusivo y no exclusivo. El cristianismo no es un club de élite sino el espacio de las oportunidades, la convocatoria de todos a ayudar.
- Mantén y cambia. Mantén lo que se haya de mantener para que las personas mejoren y cambia lo que haya que cambiar para que las personas mejoren. El compromiso se vive cada día, y si flaqueas un momento, te levantas y comienzas otra vez. El mundo mejora cuando tú haces cambios personales a mejor.
- No lo hagas solo. Primero, porque necesitas al mejor coach, a Cristo. Él te orientará en el entrenamiento. Segundo, porque las personas a las que ayudas también merecen la oportunidad de ayudar.
Te sugiero, además, que no lo dejes para los fines de semana. Es mejor hacerlo a diario.