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La niña ingrata

Pero confiaste en tu belleza, te prostituiste a causa de tu fama y derramaste tu lujuria sobre cuantos pasaban. ¡Suya fuiste!

Ezequiel 16: 15

Conocía una muchacha, cuya madre la había abandonado y una familia decidió darle amor, cuidado y protección. La niña creció sin que le faltara nada. Estudios, ropa, alimentos y amor siempre estuvieron a su disposición. Pero un día, cuando supo que ellos no eran sus verdaderos padres, olvidó todo lo que habían hecho por ella y la ingratitud se apoderó de su corazón. Era muy triste ver a sus padres sufriendo por la respuesta de su hija ante tan grande amor que le habían ofrecido.

Después que la niña de la historia bíblica creció, se fortaleció y se hizo famosa (el pueblo de Israel), se olvidó de aquel que la había rescatado de la muerte. Todo el amor que le debía a su héroe lo repartió con otros amores. Se fue detrás de otros hombres y su vida fue de continua fornicación. Prostituta y adúltera es como el Señor la llama, y con justa razón. Si tuviéramos que ponerle nombre, sería Gomer, la esposa prostituta del profeta Oseas. Era una manera literal que Dios usó para decirle a su pueblo amado que su fe se había prostituido.

Sin embargo, no solo ella ha sido ingrata, sino que, con mucha probabilidad, nosotras también lo hemos sido. Cada vez que le dejamos fuera de nuestras decisiones, cada vez que confiamos más en nuestra propia sabiduría, cada vez que olvidamos el pacto que hicimos con él, le somos infieles. Nuestros otros amores con frecuencia suelen ser un buen empleo, el dinero, los lujos, las comodidades, los placeres, los deportes y todo aquello que amamos por encima de Dios. Inclusive nuestro amor a medias es ejemplo de nuestra fe prostituida. El pueblo de Israel fue muy mal agradecido con su Redentor y durante toda su existencia fue infiel al Señor.

Querida amiga, hoy es el día de decirle al Señor que nuestra fidelidad y amor es solo para él. Él se complace cuando le servimos, cuando lo adoramos de corazón y con pasión le servimos. Pero también entristecemos su corazón cuando nos olvidamos de lo que hizo por nosotras. Seamos fieles a nuestro Héroe en todos los aspectos de nuestra vida y valoremos el hecho de haber sido rescatadas.